Hollywood de noche.
Esta tarde nos hemos quedado dormidos hasta muy tarde, los últimos flecos del “jet lag” supongo. Gracias que nos ha dado por despertarnos, porque el tiempo de vestirnos y salir a la calle, cuando ya estaba oscureciendo. No lo he podido evitar, pero he sentido miedo; cambia mucho el ambiente del día a la noche, nunca mejor dicho.
De noche despierta otra ciudad, otra gente, gente que por su aspecto, su forma de moverse o mirar, hacen que te sientas inseguro. Se supone que esta es la mejor zona, con las pisadas de los famosos a la vuelta de la esquina. Aunque quizás por eso mismo, porque aquí estamos todos los turistas, vienen a la caza toda esa gente de mal vivir; a ver lo que cae.
Nos hemos encontrado con la otra pareja de Madrid que vino desde el aeropuerto. Hemos coincidido en la opinión que no se ve la riqueza ni el lujo que uno cree tener una capital como Los Angeles [1]. Es todo muy grande, pero en absoluto es grandioso.
Ellos han estado esta mañana en el centro, donde están los rascacielos, y la decepción no pudo ser mayor. Al ser sábado, les pasó que encontraron todo vacío de gente y sin movimiento comercial hasta las 10:30 o las 11:00, ya que aquí abren todos los días de la semana con horario libre, pero en fin de semana empiezan más tarde.
Pues bien, sólo se encontraron con la mendicidad más horrorosa. Las aceras llenas de vagabundos, en su mayoría dormidos sobre colchones oliendo a orines a larga distancia y cubiertos por cartones.
Las huellas eran de los zapatos y las manos, con el nombre, la fecha y poco más, como algunas palabras del artista. Pero algunas eran muy singulares, como por ejemplo las de Marilyn Monroe, con unos zapatos francamente pequeños, o muy altos, ya que la distancia entre la punta y el tacón de aguja era muy corta. También la de Groucho Marx, que no dudó en plantar su puro en el cemento. O bien, la dedicatoria de Humphrey Bogart al dueño del teatro, Sid Grauman: “Sid, nunca te mueras… ¡hasta que yo te mate!”
A lo largo de todo el Boulevar Hollywood hay también innumerables estrellas doradas en el suelo de ambas aceras, muy bonitas sobre granito rosa y negro, con los nombres de los artistas, hasta la actualidad.
Después volvimos al hotel, pero antes de subir a la habitación, hemos estado viendo en uno de los salones, una exposición permanente de fotos de Marilyn Monroe, a sus 19 años en la playa.
Allí mismo estaba el fotógrafo de dichas fotos, y hemos estado hablando con él. Llevaba en la cartera algunos originales de esas fotos y hablaba de ella con nostalgia [2]. Se ve una Marilyn de melena ondulada, no tan rubia como más tarde, en bañador y ropa de playa, sola y con grupos de amigos posando por esa playa.
Lástima que este hombre hablara un inglés tan horroroso, de esos viejos americanos que apenas se les entiende. Pero ha sido muy amable y se ha esforzado por hacerse entender.
Ya estamos en la cama [3], mañana nos espera un largo día, el primero del tour, aquí mismo en Los Angeles. Pienso que con ese guía argentino tan estupendo y con tan sólo 23 personas, podremos ir muy bien. Primero a los estudios de cine Universal, y por la tarde visita por toda la ciudad.
Nos han dicho que no hay nada más que ver en esta ciudad, cosa que ya no me extraña en absoluto.
Notas en la actualidad:
[1] En realidad es una ciudad fea, no tiene ningún atractivo. Grande y plana como una enorme tabla, sin mayores atractivos. Algo me advirtió parte de la tripulación en el avión, con el tacto de no querer desilusionarme de ante mano. Después se confirmaría y es algo que he oído en repetidas ocasiones a lo largo de todos estos años, dándome la razón.
[2] Como curiosidad nos dijo que Marilyn en esas fotos aún tenía dos dedos de sus pies pegados de nacimiento (el segundo con el tercero), se veían claramente. Aunque más tarde se los operara, junto con algunos retoques estéticos más.
[3] Las habitaciones eran enormes, con dos camas de matrimonio ¿hay algo pequeño en ese país? Esta es la pregunta que no dejas de repetir allí, se te acaban adjetivos como: grande, enorme, gigantesco… así hasta agotar las palabras del diccionario de sinónimos. El guía añadía siempre con guasa y un suspirito: “no todo, no todo es tan grande”.
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