En realidad es como un trocito de la antigua Dinamarca. Todas las casitas de la comunidad tienen estilo danés y es precioso de verdad.
Allí había muchas tiendas con todo lo necesario para bordar cuadros a punto de cruz, pero muy originales, nada que ver con los de España. Así que he comprado uno muy grande para bordar mi árbol genealógico.
Me ha llamado la atención a pocos metros de la playa cómo se pueden divisar gran cantidad de pozos petrolíferos, camuflados por palmeras simulaban pequeñas islas en el horizonte.
Allí es donde tiene Reagan su rancho y durante su mandato prohibió poner más plataformas que tanto afean el paisaje.
También hemos visitado un convento muy interesante de origen español de nuevo. En la parte de detrás había un antiguo cementerio lleno de lápidas del siglo pasado, medio ocultas entre plantas abandonadas.
Después seguimos viaje hasta Los Angeles de nuevo, donde almorzamos en el “Farmer Market”, un mercado muy pintoresco con todo tipo de tenderetes para comer de modo informal.
Y tocaron las tristes despedidas, ha finalizado la primera parte del viaje, y hay que decir adiós a ese grupo de personas que han hecho que nos sintamos acompañados, así como a Héctor y Paul; inolvidables buenas personas.
A partir de aquí ya no estaremos con ningún grupo, al menos tantos días seguidos. Mañana visitaremos Disneyland, y pasado mañana volamos a Nueva York, segunda etapa de este largo y denso viaje.
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